viernes, 21 de junio de 2013

Sí, solo si...

Y si el mundo se destruye. Si mi mundo se destruye, ¿para qué recordarlo? ¿Para luchar por algo/alguien que sé que ya no será parte de mí?
Cuando te surgen esas "promesas" en las que te dices: yo nunca seré con mis hijos como lo fue mi padre/madre conmigo. Acaso te has preguntado: ¿"llegaré a ser cómo mi padre/madre con mis hijos?". Una se cuestiona tantas cosas tras "prometerse" una cantidad similar a la de las cuestiones. Quién lo diría.
Qué debe/debería pensar una chica de 23 años, que proviene de una familia unicelular. Destruida por el desamor de un padre hacia sus hijos -tal vez si sintió algo real- que fue desfigurado por el chisme surgido dentro de su propia familia, el machismo innato, el poco afecto que ni su propio padre supo darle. No lo sé. Que ahora tiene una relación difícil, enemistada, frágil con su madre. Vive con su novio -novio que la madre odia- desde hace cuatro meses. ¿Qué debe/debería pensar? 

domingo, 24 de marzo de 2013

Esto es muy corto

Este es una nota muy corta. Tengo algo en mente, algo que se me acaba de ocurrir. ¡Es sorprendente! (estoy riéndome).

Como les conté, ya hace un mes que vivo con mi novio. Es algo muy hardcore. Algo que no imaginé que sucedería tan rápido y a mis 23 años. Cosas de la vida.

Estoy escribiendo esto sentada en mi cama, con él al costado jugando con su juego horrible. Sí, odio ese aparato que emana una musiquita espantosa. Pero, quién soy yo para juzgarlo y prohibirle que lo use cuando estamos descansando, yo leyendo, pensando o haciendo piruetas en la cama; mientras él está jugando, poseído.

Es una entrada corta, porque ya es la medianoche y yo se supone que debería estar estudiando las obras de una empresa brasileña para mi examen de mañana. Si paso, seré la nueva Community Manager de esa empresa. Un trabajo que no me afana en lo absoluto, pero son los únicos que me llamaron en estos dos meses que estoy sin trabajar.

¡Ah! No les conté que también me escribieron de una revista, pero eso ya es otra historia.

RIP

viernes, 8 de marzo de 2013

Yo sé que sin ti no sería nada



Tengo tantos temas en mente para publicar en este blog, que no sé por dónde empezar. Pero hoy, justo hace unos minutos, decidí escribir sobre este sentimiento que me aqueja desde hace bastante tiempo: mi tristeza y lo que siento por mi mamá.

Yo triste

Todos podrán decir que es tonto y muy sentimental este post, pero no puedo seguir reprimiéndolo. Es algo que me carcome cada noche y cada mañana. Yo desde la adolescencia sufro de depresión. Siempre me sentí ―y hasta ahora me siento― triste, sola y vacía. Será por todas las cosas malas que he visto y vivido. Ningún niño podrá desarrollarse bien emocionalmente si ve a sus padres pelearse, maltratarse e insultarse. No podrá crecer tranquilo si ha pasado por muchas cosas malas ―como que un familiar te haya tocado indebidamente―; ver que tus padres se siguen llevando mal, cuando tú ya tienes 23 años y eres casi independiente. Porque sufres al ver que tus hermanos menores siguen viendo esas cosas. Porque es frustrante seguir sintiéndose triste, vacía y sin sueños a futuro. Porque es triste tener que sentirse sola cuando tienes a algunas personas que te quieren aunque no te lo digan siempre. Porque es difícil sentirse querida y necesitar que alguien te diga “Te quiero” para sentirse bien.

A mi mamá con profundo amor

Mi mamá se llama Doris, tiene… no sé cuántos años tiene. Creo que no quiero averiguar su edad porque si lo hago, siento que ya no será eterna. Siento que ya no será esa mujer que me ha hecho llorar, gritar, renegar, reír. Siento que si sé su edad ya no me perseguirá con un balde de agua con el pretexto de “¡Despierta! Deja de estar como zombi”. Y yo empiece a gritar toda una escandalosa. Siento que si sé qué edad tiene, ese recuerdo sobre cuando mi mamá era la líder en todas las excursiones cuando éramos niños desaparecerá. Era esa mujer que nos decía: “Vamos a escalar esos cerros. Vamos al río”. Siento que si averiguo cuántos años tiene, se me va para siempre. Desaparece ese encanto que ella tiene. Ya no podría mirarla con los ojos de niña por más que tenga ya 23 años. Y es que ella, con todos sus defectos, con su pensamiento de hace cuchumil años, es perfecta para mí. Es mi diosa, es mi guía, es mi ejemplo. Es lo único valioso que tengo en esta vida, mi vida. Es la mujer que cuando le conté que tengo que ir al ginecólogo ―a la edad de 19 años― me dijo: “Te van a meter una cosa fea”. Yo le dije: “Sí, ya sé”. Y ella me miró con cara de huevo diciéndome “¿Qué, ya no eres virgen?”. No mami, ya no lo era. Y es ella, la mujer que me castigó con no matricularme en la universidad porque hacía lo que quería. Porque llegaba a casa luego de dos días ―no me drogaba, ni me emborrachaba― y ella me recibía tirándome papas. Es esa madre que a pesar de todas las cosas malas, siempre me dejó libre, para que así pueda aprender de mis propios errores, aunque sabía que en el fondo no era lo que ella quería. Yo sé que ella hubiera querido que viviera con ella hasta los mil años, pero sabemos que eso no es posible.

Te extraño y te pienso. Te adoro y te respeto. Porque si no fuera por ti, yo no existiría.

Escribir todo esto es como una especie de catarsis.

lunes, 18 de febrero de 2013

Mi primera vez cocinándole a mi novio (RIP)



Ayer decidí cocinar mientras mi novio terminaba algunas gráficas para su chamba. Él quería hacerlo todo como a las 10 de la noche y yo le dije que no, que mejor es empezar temprano (era las seis de la tarde) y que si tenía hambre yo preparaba algo. Era eso o soportar la luz y el calor que produce la pantalla y la batería de la Macbook. Un horror. Admito que no sé cocinar platos gourmet o lo básico de nuestra cocina peruana ―tan “aclamada” en estos últimos años―, pero me defiendo. No tengo la culpa: mi madre no me enseñó, yo no quise aprender por mi cuenta y soy bien floja. Así que solo sé preparar arroz (eso sí que me sale bien), freír huevos y pollo. No sigo porque me avergüenzo. Bien, entonces ayer decidí preparar algo porque no quería que mi novio se distrajera ―algo que olvidé mencionar es que él cocina mucho mejor que yo. Y si hablamos de pastas, él es el mejor―, me puse a lavar los platos, luego a sancochar algunos huevos, y para finalizar abrí el atún. ¡Qué hazaña! (admítanlo, soy pésima), pero era lo más rápido y fácil de hacer.

Equivocaciones

Fui “lloriqueando” donde mi novio y le pregunté cómo servir los huevos con el atún. Si combinarlos o no. Él me respondió que “no seas loca que cómo vas a combinar los huevos con el atún” y blah, blah. Yo casi horrorizada dije: “Pero, ¿acaso existe algún problema?, ¿es malo combinar las dos cosas?”. Creo que para él si existe un problema, porque no me dejó combinar el huevo y el atún. Entre otras cosas, me enseñó cómo servirlos por separado en un solo plato junto al arroz. Cómo cortar los huevos y todo eso. Mientras hacía todo ese trabajo él regresó al cuarto. Tras varios minutos grité: ¡Sebastián, creo que no sancoché bien los huevos! ¡Mira como están! Él vino corriendo y me dijo: “Lizeth, apenas sacas los huevos del agua caliente, debes pasarlos a una bandejita con agua fría. Así podrás descascararlos como debe ser”. ¡Dios salve al novio que me tocó!

Fin de la historia

Tras varios minutos tratando de servir correctamente la comida, se lo llevé. Me pidió que le echara kétchup al arroz y al huevo ―esta costumbre sí que no la aguanto―, así que lo hice. Me agradeció y todo el rollo. Mientras veíamos WWE me pidió que le sirviera un poco más. Yo encantada. En fin, finalizo este post pensando en volver a cocinar algo creativo la próxima vez. Debo hacerlo ya que pronto me mudaré con él. Mucho odio para todos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Día de San Valentín en el 2013



Nota: Antes de leer el siguiente artículo, le advierto que este está redactado desde mi perspectiva como novia. No me importa si piensas que soy una sacrificada o cualquier otro adjetivo. A mí nadie me paga por escribir.

Mañana es 14 de febrero, más conocido como “Día de San Valentín”. Un asco, ¿verdad? ¿A quién se le ocurrió ese nombre? (lo siento, no quiero googlear). Hoy en la mañana me la pasé conversando con una persona que bordea las cuatro décadas sobre este temita del amor, la pareja y lo que esas palabras realmente significan cuando tienes 23, 25 ó 27 años. Mañana cumpliré tres años con mi novio. Para responder a sus dudas de “Y esta flaca tanto se queja que San Valentín es un asco si su aniversario es el 14 de febrero”. Señores, por casualidades del destino me lo chapé un 14 de febrero en la madrugada y así estamos juntos hasta hoy. La verdad es que es todo un tema esto de estar con alguien y compartir parte de tu vida con esa persona, sus momentos tristes y alegres; sus costumbres y sus defectos. No negaré que he vivido momentos tormentosos y me dirán que “seguro le gusta sufrir” pero, no es así.

No voy a contar toda mi vida amorosa tampoco, pero quisiera expresar en este blog algunas cosas que tengo guardadas. Volviendo al tema de la conversación con esta persona que bordea las cuatro décadas, me hizo dar cuenta de algunas cosas que he ignorado en mi vida amorosa. Cosas que pensé que no eran TAN importantes o necesarias. Pero creo que de esas cosas no te das cuenta hasta que tienes una relación que deseas que llegue a un nivel máximo, al nivel que yo llamo: “serio”. Uno debe comprometerse, pensar que ya no solo eres tú, sino que ahora son dos personas que desean compartir sus vidas. Pero lo más importante, y lo que todos proclaman: nunca dejes de ser tú mismo. Tampoco te conviertas en alguien que no eres solo por complacer a esa persona amada. Bien, me aburrí. Así soy yo. Seguro que para mañana o el viernes tendré lista una oda para la persona que me quita el sueño en estos días. ¡Feliz San Valentín y jódanse todos!